Y entonces jugamos al ciclope, los ojos se agranda, se acercan entre si, se superponen y somos ciclopes, respirando confundidos... Se enfrentan las bocas luchando tibiamente, mordiendo los labios; apenas apoyo la lengua en los labios, jugar quiero en los recintos donde el aire es pesado, y viene y va, con un perfume viejo a silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en las profundidades de tu pelo
y tu boca llena de flores de fragancias oscuras, me muerde con dulsura, mientras nos ahogamos en un breve y terrible absorver que se lleva el alma, en una instantanea muerte.
Y hay un solo sabor a fruta madura...
Y te siento temblar contra mi, como el reflejo de la luna en el oscuro mar.
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